jueves, 19 de septiembre de 2019

La hora violeta

¡Ya acaba el verano! ¿Qué tal ha ido todo?

Yo cambié de lugar de trabajo, por eso también he estado desaparecida, ya que requiere más tiempo de desplazamiento (ya os contaré en que aprovecho esos ratitos de viaje). Y además una gran noticia, a final de año repetiré maternidad...¡otro chico para mi casa! Seguiré siendo la reina de mi casa, jejeje. 

A pesar de todo, lo que sí he hecho ha sido leer...así que mis próximas entradas van a ir dedicadas a los libros que he leído este verano. 

Empezaré por el último que he leído, porque estoy impactada. Se trata de "La hora violeta" de Sergio del Molino



Pasando por la biblioteca, lo encontré en la mesa de recomendaciones (a partir de ahora le haré mucho más caso) y el nombre del autor me sonaba de haberlo oído nombrar en el Club de lectura, con su "España vaciada". En principio, lo de violeta me sonó a feminista, pero al ver la contraportada, nada más lejos.... Sergio del Molino  en "La hora violeta" narra la enfermedad y fallecimiento de su hijo pequeño con ternura, calidez y la impotencia que tiene un padre ante un hijo que se le va. Sin duda, perder un hijo es el mayor dolor para una persona y en castellano ni siquiera existe una palabra que defina a esos "padres huérfanos". La historia, sin sensacionalismos, con cuidado, con cariño, nos aproxima a la vida de las familias con  niños hospitalizados, con enfermedades graves, cosas que solo entienden aquellos que lo han vivido. Sin duda, una historia que hace llorar (y además tratándose del pequeño Pablo, el cuque) pero que no por ello deja de estar contada con una calidad increíble. 


También bonitas palabras al personal sanitario, sobre todo a la rama de la Oncología pediátrica, donde no hay quién pueda separar su vida laboral de la personal. 

Si tenéis oportunidad y ánimo, os lo recomiendo. También este autor madrileño, afincado en Zaragoza, es colaborador habitual de radio y articulista de El País. Muy recomendable seguirlo @sergiodelmolino

Por último, y aún que me quede un poco larga la entrada, me gustaría añadir un párrafo por poner poesía a parte de mi profesión.

"Hemos aprendido que el nombre correcto es trasplante de progenitores hematopoyéticos, y en catalán suena mucho mejor: trasplantament hematopoétic. Al catalán se le cae la y de hematopoyético y convierte el adjetivo en hematopoesía: poesía de la sangre. [...] Se trata de restablecer el ritmo, el tono y la rima de la médula ósea de mi hijo. [...] Rojo contra blanco. Una cuestión estética, como todas las cuestiones importantes."

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